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Barça Femení, esto es injustificable.

A veces se debe dejar atrás el corazón a la hora de escribir un artículo, y denunciar los hechos por lo que son. No hay nadie que desee más que la redacción de El Parque que lo ocurrido en el derbi catalán del pasado fin de semana fuese mentira, mas es necesario poner los puntos sobre las íes y hablar con la verdad por delante. De forma objetiva, sincera y denunciando los hechos.

Hay veces que los partidos de fútbol no salen cómo deberían haber salido. Que los nervios se adueñan de los jugadores o jugadoras, y que ocurren actitudes que en cualquier otro momento no habrían ocurrido. Quizá por esto mismo hay determinadas personas que achacaron lo ocurrido ayer a una mala planificación deportiva o un momento de absoluta desesperación, mas jamás se le debe sacar la importancia a un comportamiento denigrante y nocivo como el presenciado.

Gesto polémico de Mapi León contra el Espanyol | Mundo Deportivo

Quizá Mapi León no pronunció las palabras que muchos ponen en su boca. Quizá su actitud no fue tránsfoba o racista, o quizá lo salido por su boca fue fruto de la desesperación del encuentro. Dicho lo anterior, el foco jamás debe ser sacado de los hechos, los cuáles reflejan una realidad completamente diferente a los valores que pretende transmitir el club. Sin entrar en mayores detalles, su gesto es absolutamente deleznable, denunciable y no debe ser pasado por alto. La dignidad de una jugadora y su seguridad en el campo debería ser motivo suficiente para denunciar las acciones independientemente del escudo que defienda. Y los casos de agresión sexual no son un momento de calentada en un partido, sino un delito contra la integridad física de una persona.

Podemos llegar a entender el estado de shock por parte de la afición del club culé. Cualquier aficionado o aficionada, incluyéndonos a los dos miembros de la redacción de El Parque tuvo un momento similar al ver el vídeo y leer las noticias en cuestión. Es completamente comprensible la sorpresa, o incluso la negación en un primer momento. Mas en un club como el nuestro que alardea de valores, es necesario también defenderlos incluso cuándo las actitudes son realizadas por personas que defienden nuestro escudo. Deberíamos ser mejores de lo que estamos siendo, tanto por parte de club como de la afición. No es una broma, y no debe ser tratado cómo tal. Toda opinión deportiva o personal debe quedar siempre en un segundo plano. Comentar acciones polémicas como el arbitraje del partido o la dureza de las entradas por parte de las jugadoras del Espanyol no es sólo innecesario, sino una falta de respeto a la víctima. 

Por supuesto, cualquier caso de este calibre es convertido en un fenómeno mediático. Y no es para menos, pues todas las críticas son justificadas, al menos si son realizadas desde la protección a la víctima y la denuncia de todo tipo de conductas similares. Sin embargo, es cuánto menos curioso la observación de ciertos perfiles que condenan los actos, que se alzan como adalides de los valores y Nelsons Mandela de la dignidad del género femenino; mientras conectan lo ocurrido con el caso Rubiales o el caso Vilda. Sus críticas, más que fundamentadas en una defensa de los derechos de la mujer, parecen estar únicamente motivadas por la misoginia y lesbofobia. Un caso aislado dentro del fútbol femenino alimenta su falsa concepción de las jugadoras como degeneradas, y la bola se hace cada vez más grande, provocando que más personas asuman su relato como propio, suponiendo una concepción general negativa, nociva y cargada de odio.

No es para nada sorprendente, al menos para las personas que conocemos la clase de tribus urbanas que repiten esta clase de actitudes ver qué clase de especímenes argumentan odio y no datos objetivos. En años en los cuáles la desinformación y los discursos de odio son los principales motores de las ideologías de extrema derecha—no es de extrañar que personas como Donald Trump fundamentasen su campaña política en la demagogia mediante las redes sociales—, los principales opositores al #seacabó o a la rebelión de Las 15 estallan de alegría tras ver cómo un caso aislado sirve de ejemplo para sus discursos. Y si bien se trata de un caso completamente diferente, el estallido del mismo durante la celebración del juicio en contra de Luis Rubiales podría tener consecuencias preocupantes para Jenni Hermoso.

Debemos ser mejores como sociedad. Criticar los hechos y actitudes, proteger a las víctimas y dejar atrás los colores del escudo o la polémica fácil para conseguir interacciones en las redes sociales. En este mundo no todo vale, y la dignidad de las víctimas debería estar por encima de todo. Debemos ser mejores como afición, y no permitir que discursos de odio calen sobre nuestro club y deporte.

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