Quizá es muy temprano para sacar conclusiones sobre los equipos, pero con el primer parón de selecciones parando la actividad de los clubes masculinos, quizá es necesario realizar un pequeño análisis sobre lo que fueron los primeros partidos de las grandes ligas europeas. Y quizá entre todos los equipos el que más sorprendió por las bajas expectativas tras un mercado de fichajes decepcionante no fue otro que el Barça.
Hansi Flick en un partido como entrenador del Barcelona | Crónica Global
Nadie dudaba de la calidad como entrenador del alemán. Un sextete con el Bayern München, la irrupción de canteranos bávaros asentados en el primer equipo o la apuesta por un fútbol ofensivo y directo auguraban un buen papel del experimentado técnico. Pero es que Hans-Dieter Flick (Heidelberg, 1965) no es simplemente un buen entrenador. Está encaminando una revolución total del juego blaugrana, una implementación de una idea de juego que, si bien debe ser perfeccionada, está definitivamente encaminada.
Los más puristas con el tiki-taka se mostraban algo reacios a la incorporación de un entrenador diferente. Un entrenador que no fue criado en La Masía, que no pasó sus años de jugador en el conjunto blaugrana, que no fue discípulo ni de Johan Cruyff ni de Pep Guardiola, los dos mejores entrenadores de la historia del Barcelona. No hay duda de que entrenar el Barcelona es uno de los contextos más complicados para los técnicos. Y aún así, un Hansi consciente del equipo al que buscaba entrenar reconoció en sus primeras entrevistas puntos a favor entre su idea de juego y el ideal blaugrana. Su estudio de las técnicas de Johan Cruyff, la importancia de la cantera o el gusto por el fútbol ofensivo.
Con una plantilla peor de la que disponía su predecesor Xavi Hernández con la dura baja de Gündogan, así como las lesiones de jugadores importantes para el Barça como Gavi, Araujo, Christensen o De Jong, Hansi supo reinventar la plantilla. Probó a muchos canteranos en los partidos de pretemporada, entre ellos los ya ascendidos al primer equipo Marc Casadó o Pau Víctor, así como otros jóvenes por aquel entonces desconocidos como Marc Bernal o Sergi Domínguez. En ningún momento criticó la situación del club en rueda de prensa, se dispuso a realizar su trabajo. Y de qué manera.
Serio y a la vez cercano. Así es como puede ser definido el nuevo técnico blaugrana, o así es cómo sus jugadores hablan de él en entrevistas. Pidiendo un nivel físico superior al que pedía el anterior técnico, con una idea de juego clara y utilizando todos los jugadores de la plantilla con los que dispone, no hay duda de que es el entrenador indicado para las jóvenes promesas del Barça. Un líder para los jugadores.
Es el momento de ilusionarse. Todos somos conscientes de que quedan muchos pasos para dar en un Barça que todavía está en plena reconstrucción. Pero la figura del entrenador es una vez más reivindicada en un club que juega por encima de sus posibilidades. Que juega, y juega bien. Que convence hasta a los más escépticos. Que golea y pide golear más. Si bien los jugadores son importantes en el equipo, es quizá hasta más importante disponer del técnico que sepa engranar las piezas y hacerlas funcionar. Las individualidades son, a veces, necesarias para dar un salto de calidad a los equipos, mas una buena idea de juego es más importante que dos o tres estrellas.
Este Barça no tiene una gran estrella. Muchos comentarían a Lamine Yamal, cuya juventud es, a mi parecer, un gran motivo para andarse con cautela y no poner etiquetas como astro antes de tiempo. Otros comentarían al siempre decisivo Pedri González, y quizá otros al veterano Robert Lewandowski, que bajo las órdenes de un técnico ya conocido para él está viviendo una segunda juventud. Mas si tenemos que designar una estrella, ese sería para mí Hansi Flick.
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