30 de agosto del 2023. Muchos recuerdan aquel mercado de fichajes en el que el azul de Londres agitó las cuentas bancarias de una cantidad sorprendente de clubes. Jugadores decisivos como Moisés Caicedo o Nicolas Jackson, o no tan decisivos como Lesley Ugochukwu y Deivid Washington se ponían por primera vez la camiseta azul. El mercado llegaba a su fin, y el igualmente amado y criticado Todd Boehly buscaba ese jugador que supusiese un salto de calidad a una plantilla joven y prometedora.
Entre críticas y memes por parte de las aficiones rivales, un nombre comenzó a alzarse entre todos como el favorito para reforzar la mediapunta del conjunto blue. Lejos de ser una superestrella, el perfil a buscar era diferente. Un diamante sin explotar, una perla cuyo brillo sea todavía oculto por su juventud. Era tanta su juventud, que todavía portaba un insultante dorsal del filial en el equipo del que era canterano.
Cole Palmer, estrella del Chelsea | El Confidencial
El elegido por el conjunto de Mauricio Pochettino no fue otro que el prometedor canterano del Manchester City Cole Jermaine Palmer (Manchester, 2002). Nacido en la ciudad mancuniana, el único club de su vida había sido el City, a pesar de ser seguidor del Manchester United en su infancia. En un equipo cuyos competidores eran los ya establecidos Phil Foden, Bernardo Silva, Kevin de Bruyne o Jack Grealish, Cole decidió cambiar el club de su vida por una nueva aventura. Con el número 20 a la espalda y cero expectativas alrededor de su nombre, el inglés se incorporaba a un club en mala dinámica.
Todo estaba en su contra. Un juguete roto más del Chelsea, un fichaje millonario de Todd Boehly cuyo rendimiento no cumplía lo esperado. Los seguidores del Manchester City lamentaban su pérdida, pero más lamentaban la incorporación de un chico de su cantera a un club sin futuro. La crónica de una muerte anunciada se volvió en la casualidad más bonita que ocurrió a los seguidores del Chelsea. Si bien el equipo no jugaba como debía, y el técnico argentino no parecía ser el nombre que necesitaban los blues en el banquillo, Palmer era el único que parecía querer ganar.
Era un jugador introvertido y pasota. Joven, quizá con una cara que mostraba más juventud que sus años reales. Un jugador frío. Lejos de sentirse avergonzado de su personalidad distante y poco chulesca, Cole Palmer lo volvió su marca personal. Su celebración en cada gol, fría y carente de excentricidades se volvió portada de todos los medios ingleses e internacionales. Si bien su club no pudo superar una meritoria sexta posición, sus 25 goles entre todas las competiciones alertaban de que había nacido una estrella.
Cole Palmer empata para Inglaterra en la final de la Eurocopa | Claro Sports
Eurocopa 2024. El momento para que cualquier jugador que busca consagrarse demuestre su calidad, y para Cold Palmer no era menos. Una selección inglesa con jugadores jóvenes y muy talentosos como Bukayo Saka, Phil Foden, Jude Bellingham o el propio Palmer, junto a veteranos como Harry Kane y jugadores de talla mundial como Declan Rice. Llegaban cómo favoritos al torneo junto a otras selecciones como Francia o la anfitriona Alemania. Era el momento de demostrar el talento de sus jugadores, y Gareth Southgate, seleccionador del conjunto británico, decidió relegar a Palmer al banquillo en un movimiento muy criticado.
Si bien su papel en la Eurocopa no fue para nada decisivo hasta llegar a la final, su selección consiguió pasar rondas hasta enfrentarse a la revelación del torneo, la selección española. Uno de los dos equipos se alzaría con el premio, y si bien por nombres la selección inglesa era la favorita, el conjunto español jugaba un mejor fútbol. El gol de Nico Williams adelantaba a los mediterráneos en el marcador.
Inglaterra necesitaba remontar el partido, y el seleccionador sabía quién era el hombre indicado para hacerlo. Palmer entraba en el minuto 70 sustituyendo a Kobbie Mainoo, y tan sólo necesitó tres minutos para demostrar su talento. Jude Bellingham veía al mediapunta inglés en el balcón del área, y su paso tan sólo necesitó una caricia al balón por parte del jugador del Chelsea para terminar en el fondo de las mallas. 1-1.
No todas las historias tienen un final feliz, y el tardío gol por parte de Mikel Oyarzábal truncó otra vez las ilusiones de los ingleses. Era su segunda final de la máxima competición europea de selecciones perdida consecutivamente. Parecía que todo el talento de Cole Palmer no era suficiente para que su selección se coronase con la Eurocopa. Sin embargo, los pocos minutos de los que dispuso hicieron a toda Europa ver el tipo de jugador que estaban presenciando.
Cole Palmer junto a Enzo Maresca, entrenador del Chelsea | Chelsea Football Club
La incorporación del técnico italiano Enzo Maresca no hizo más que agrandar la figura de Cold Palmer. El nuevo sistema de juego implementado por el ex-técnico del Leicester City, más ofensivo y dinámico, se adaptó como un guante a las habilidades del jugador inglés. Sus exhibiciones fueron tales―entre ellas un póker al Brighton and Hove Albion, doblete contra el Tottenham Hotspur o hat trick de asistencias contra el Wolverhampton Wanderers―que el club inglés se sitúa actualmente segundo en la clasificación a sólo un punto del Liverpool.
Quizá si Pep Guardiola decidiese mantener al por aquel entonces perla de su cantera su equipo no estaría hundido en la clasificación. Quizá si el Chelsea decidiese apostar por un jugador más consagrado y no por la idea de una estrella no habrían conseguido resultados tan rápido. Pero lejos de suposiciones y posibles futuros que jamás ocurrirán, la realidad es que, consigan o no consigan el título de la Premier League, todos recordaremos esta temporada de los blues.
Y todos recordaremos la irrupción de Cole Palmer, el frío de Londres.
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