La figura del árbitro siempre ha sido la más polémica dentro del fútbol. Desde los chistes hechos por cualquier cuñado en el bar cercano a tu casa cuándo sus decisiones no favorecen a su equipo hasta las acusaciones por parte de los equipos grandes a que el resto de equipos grandes compran el colectivo arbitral (y, curiosamente, no comentando los partidos en los que su equipo es el beneficiado), son la vía de escape perfecta para todo aficionado con poca autocrítica.
Robert Lewandowski reclama una jugada al árbitro | El Confidencial
Todo aficionado del Real Madrid mencionará el Caso Negreira cada vez que las decisiones del colectivo arbitral beneficien un mínimo al Barcelona. Recordando casos como el de la Juventus de Turín en Italia, cuyos trapicheos y favores arbitrales fueron descubiertos y el club descendió administrativamente, parece extraño que tales acusaciones sean ciertas al no encontrarse información realmente acusatoria. Quizá peco de subjetividad al ser aficionada del Barcelona, mas toda la polémica me resulta igual de absurda si cambiamos el color de la camiseta.
Desde mi propia afición también hay momentos lamentables, pues es que Gil Manzano siempre favorece al Real Madrid. El Madrid es el equipo del Régimen. Política aparte, muchos aficionados no son capaces de ver que el error arbitral no deja de ser un error humano. Una decisión polémica y favorecedora hasta un equipo puede ser simplemente un momento erróneo del colegiado. Claro está, existen herramientas para impedirlo, y la existencia del VAR parecía diseñada para calmar las críticas. Nada más lejos de la realidad, la polémica fue quizá más extendida aún.
Sala de videoarbitraje o VAR | 2Playbook
Desde las críticas por interrumpir los partidos y disminuir el ritmo de los mismos—las cuáles comparto en su justa medida—hasta acusaciones de amañar partidos desde la Sala VAR, el aficionado jamás estará contento con las decisiones del árbitro. Quizá, porque desde la mente de un aficionado, es mejor achacar los errores de tu equipo a terceros que reconocer el mal rendimiento de tus jugadores o entrenador.
Es muy complicado hablar sobre este tema sin recibir comentarios de uno y otro lado cuestionando el color de tu bufanda. Pero quizá la afición de los equipos grandes deberíamos dejar de tener la cabeza en nuestro eterno egocentrismo. Cada vez que una decisión arbitral beneficia a alguno de nuestros equipos, el damnificado jamás suele ser nuestro rival directo en la clasificación, sino los equipos de media tabla y tabla baja. Tal y como comentó Lamine Yamal, los aficionados de Barcelona, Real Madrid y Atlético de Madrid jamás deberían hablar de árbitros.
Si buscamos que el fútbol sea un lugar más sano, quizá deberíamos dejar la bufanda a un lado y reconocer los errores deportivos de nuestros clubes, y dejar de dar tanta importancia a la figura de un árbitro que, en muchas ocasiones, ve cómo sus errores humanos y falta de concentración son achacados a teorías estúpidas de la conspiración. Podemos ser mucho mejores.
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